Cuándo mi hija adolescente me dice: “Mamá tengo algo que contarte”

En mis planes de vida, no entraba ser mama tan pronto (realmente la mejor edad, pero para mí entonces era temprano), tuve a mi niñita con 27 años, la suerte es que ahora me encuentro en los cuarenta y tantos, ella en plena adolescencia. Digo suerte porque mi idea era ser mama con esta edad, con cuarenta y tantos….viendo lo que me está tocando vivir, padecer y experimentar, mejor ahora que aún soy joven (aunque para mi hija debo ser prima de la momia de Tutankamón), y conservo en mi memoria, época tan linda y bella como mi adolescencia, pues esto me ayuda en gran medida a comprender, empatizar, revivir, y emocionarme con todas las historias que mi hija (nada discreta, por cierto) me cuenta; Claro ella tiene razón en parte, mejor que me lo cuente ella misma, a que me lo cuente una persona fuera del entorno familiar…. Y yo pienso en mis adentros “mejor que no lo hagas y así no habrá peligro de que nadie me cuente nada”, pero… pero… pero… me pongo a recordar mi magnifica adolescencia y entonces ¡¡¡ME PONGO MAS NERVIOSA!!! Pues yo y solo yo (jajaja más quisiera yo, la pandilla las personas involucradas en cada historia) sé lo que he hecho muyyy mal y no debería haber hecho… o tal vez si, ya que todo forma parte del crecimiento personal. Pues la vida me ha dado una hija que es un cromo mío, cual espejo, en personalidad, forma… bueno color de piel y cabello no, eso a su padre (algo debía tener de él).

Nuestros momentos de “confesionario” siempre empiezan igual; solemos estar en el coche (yo conduciendo y sin poder soltar el volante), o en la mesa a la hora de cenar o comer… estoy segura de que mi hija planifica, estudia e imagina como puede ir el asunto encauzado cada vez que empieza con una terrorífica frase, que al oírla se me dibuja una “sonrisa bondadosa” creo imitarla bastante bien, porque realmente me tiembla el alma y por dentro empiezo a ponerme verde como el emoticono de whatsApp que cierra la boca…. Ese verde si que aprieta la boca para no expulsar cosas, más o menos lo mismo. -Mama tengo algo que contarte-, en ese momento me viene la imagen de la película de Alfred Hitchcock la famosa escena de la ducha, la sombra detrás con el puñal y la musiquita CHIN CHIN CHIN, respiro hondo mis nervios hacen que me entre la risa tonta (no puedo controlarlo), cosa que a mi hija la relaja y se anima a contarme las cosas con más detalle, yo no puedo evitar volver a tener la risita histérica en la que en el fondo estoy pidiendo auxilio…Ya hemos pasado por alguno de sus primeros momentos; en algunos de esos momentos… noté la sensación física de verdad de tener otra persona dentro de mí, Y ESTO PASO EN MI CABEZA EN MILIDECIMAS DE SEGUNDOS “OJO EN MI CABEZA”:

La irracional (que todas tenemos…. A mí no me vengáis con chorradas diciendo que siempre sois paz, amor y armonía, eso funciona hasta la adolescencia, que TODAS la tenemos y la psicóloga dice que SÍ) que la zarandeaba y le pegaba un bofetón, porque en ese momento comprendí que: ¿de qué sirvió que le aconsejara… ?, ¿de que sirvió…? etc…

La racional: Corazón reponte, tu hija te está pidiendo auxilio, está experimentando tiene que vivir y aprender, necesita tú aprobación o consejo, respira hondo e intenta no gritar, no rabiar… VAMOS TU PUEDES.

LA REALIDAD: se me transformó la cara, enseguida le hago preguntas de tercer grado, se cabrea, respiro hondo, me disculpo, vuelve a estar cerca de mí y abierta a seguir contándome, me cojo donde puedo disimuladamente, escucho casi plácidamente, analizamos las consecuencias, buscamos soluciones alternas (en caso de ser problemas), y a veces nos fundimos en un abrazo riendo y otras acabamos reñidas, porque ella no entiende que ciertas cosas no puedo permitirlas.

¿Visteis la serie de “ Ally McBeal” (una abogada que se imaginaba como desahogarse con las personas que le hacían putadas, y lo que se imaginaba se veía…), bien pues yo tengo esos momentos, menos mal que solo los veo yo en mi cabeza jajaja, luego me entra el raciocinio y consigo estabilizarme.

Una de las primeras veces que mi hija me dijo -Mama tengo algo que contarte-, fue muy muy graciosa, y ahí aun no me daba miedo escuchar esa frase. Era una tarde, la recogí del colegio e íbamos en el coche, paramos en un supermercado y antes de bajar, ella con su dulce voz, su carita angelical (luego cambian jajaja) a sus 8 añitos de edad, me dijo:

Mi hija – mama tengo un problema, y es que a mí me gusta mi novio XX (el novio típico de la niñez), pero también me gusta mi amiga X (su mejor amiga de la niñez)-

Yo – muy bien cariño y ¿cuál es el problema?

Mi hija – que me gustan los dos y quiero estar con los dos. ¿soy lesbiana? Eso es lo que me ha dicho un niño del cole.

Yo – no creo cariño, te gusta XX porque es tu novio y le das besitos en los labios. Y te gusta X porque es tu mejor amiga, la admiras y la quieres.

Mi hija – si, pero a veces, me apetece besar a X, ¿eso es malo?, ¿te enfadarás conmigo? ¿tú quieres que yo sea lesbiana?

Yo – no, cariño, yo no me enfadaré contigo, ¿a ti te gustan los dos?

Mi hija – si mama.

Yo – entonces hija tal vez seas bisexual, lo único que yo deseo es que seas feliz, y que no hagas daño queriendo a nadie, seas lesbiana, heterosexual o bisexual, me da igual.

Aquí era fácil, solo hay que responder con el corazón, y normalmente no hay peligro de nada más, a esas edades aún no están contaminados por malos sentimientos, por supuesto se van heredando patrones desde el seno familiar y viendo lo que hacen sus padres (más que lo que dicen), tomando ejemplo.

Lo difícil lo tengo hace un tiempo concretamente desde los 12 añitos que cumplió mi hija, a partir de ese momento los “Mama tengo que contarte algo” la piel cada día se me escama un poquito más, siento como en mi rostro sale una nueva arruga, como se seca mi garganta y espero cualquier día algo que realmente no me guste nada… pero eso es la vida, ella debe experimentar, aprender y vivir, por ahora mantenemos muy buena conexión, tal vez en exceso, pero prefiero esto que no una frialdad en la convivencia, hablamos de temas que se deben afrontar y no dejar para los profesores, intento informarme e informarla de una forma desenfadada (porque si me pongo a hablar de algo en tono serio, enchufa el “desconectar” y solo está en presencia), ver los diferentes caminos, con sus consecuencias de cada experiencia que puede aportarle la vida a estas edades, seguro que me equivoco en muchísimas cosas, pero como lo hago desde el amor, desde la mejor intención y desde el corazón, sé que algo bueno recogerá, a pesar de que se va a equivocar en esta vida, porque son lecciones y no equivocaciones (esto es tema de otro post), sé que a pesar de toda la confianza que tiene en mí, habrá cosas que no me contará, porque soy su madre y no su amiga, porque es normal, pero también sé que estoy formando una persona coherente, y consecuente a pesar de su corta edad, responsable desde el punto de mira que tiene ella a su edad (no desde el que tengo yo ya a mis “cuarenta y tantos”… esto se lo escuchaba yo decir a Lina Morgan en algunas de sus maravillosas escenas teatrales, cuando yo era una mocosa, y ahora soy yo. Que hermosa es la vida).

Bueno quería compartir esto, porque sé que muchas mamas se sienten perdidas en un laberinto de “cojones”, mamas que como yo crían a sus hij@s solas, y no hay papel que valga de “poli bueno poli malo”, nos toca ser todo, y nuestras preguntas de saber si ¿somos buenas madres? ¿lo estaré haciendo bien? ¿tal vez le doy demasiado, o demasiado poco? Y un largo etc… nos las hacemos todas las mamas (con papas o sin papas), bueno la vida es aprendizaje, “lo importante es participar” y así es, porque daremos lo mejor de nosotras mismas, pero el día a día deben vivirlo nuestros retoños, y darles lo mejor de nosotras mismas no te asegura que tengan una vida maravillosa, son ellos los que una vez cogida toda la herramienta que podemos darles deciden por donde ir, y seguro que nunca será el camino como ellos esperaban, porque de eso trata la vida, de ponerte las piedras que debes superar, para aprender, y si no aprendes repites piedra una y otra vez, hasta que la superas.

Mi consejo es que para esos momentos de -Mama tengo algo que contarte-, te busques una Ally McBeal (serie estadounidense protagonizada por Calista Flockhart), en tu mente y disfrutes del viaje.

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